SAN SEBASTIÁN. DV. Un hombre maduro
cae prisionero de los encantos de una adolescente. La sangre le hierve
y no puede enfriarla, aun sabiendo que esa temperatura será su
perdición. Este argumento se ha dicho de mil maneras a lo largo de la
historia de la literatura. Pero dos autores, Heinz von Lichberg y
Vladimir Nabokov, han coincidido en llamar a la chica con el mismo
nombre, Lolita.
Von Lichberg yacía en los oscuros sótanos del olvido cuando el año
pasado un crítico literario alemán, Michael Maar, lo resucitó. El
primero había escrito en 1916 un cuento titulado 'Lolita', que contenía
el mismo argumento y punto de vista que la célebre novela de Nabokov,
publicada en 1955.
¿Plagio? ¿Inspiración? La editorial El Funambulista acaba de publicar
en español la 'Lolita' de Von Lichberg, para dar a conocer este cuento
gótico y comparar sus mimbres con el texto de Nabokov. El autor ruso
vivió en Berlín de 1922 a 1937, en el mismo barrio en que residía Von
Lichberg, así que con toda probabilidad conocía el cuento. La
coincidencia de los nombres es llamativa, pero el tratamiento literario
de uno y otro se distancian, aunque las dos narraciones hablan en
primera persona.
La Lolita de Von Lichberg, periodista alemán luego espía de los nazis,
es la hija del dueño de una pensión alicantina, a la que va un erudito
para concentrarse en su trabajo, mientras el protagonista de Nabokov,
Humbert Humbert, busca también en un hotelucho de Texas un lugar para
aislarse y escribir, cosa que no hará por la turbadora presencia de
Lolita.
Los dos quedan tocados por la presencia de una adolescente en plena
explosión vital, y ambos llegan a tener con ella relaciones, más
recatadas en el caso de Von Lichberg, lascivas y cubiertas de escándalo
en la novela de Nabokov.
Por supuesto, Milton se inspiró en el 'Génesis' para escribir su
'Paraíso perdido' y Shakespeare había leído 'La trágica historia de
Romeo y Julieta', de Arthur Brooks, antes de crear su propia versión de
la mítica pareja. 'Libros ex libris', decían los latinos: los libros
salen de los libros.
El hijo de Nabokov, Dmitri, es de esta opinión, y cuando salió el
estudio de Maar con el título de 'Las dos Lolitas' montó en cólera ante
las insinuaciones de que su padre, con fama de genio, había caído en el
lodazal del plagio. «Al contrario de lo que un montón de escritorzuelos
están diciendo, no hay similitudes entre las dos obras, excepto el
nombre, y el argumento forma parte de ese puñado de temas en el que se
basa toda la literatura», escribió en el diario londinense 'The
Guardian'.
Pero Maar se mostraba quisquilloso con los detalles. En el drama de
Nobokov 'La invención de los Walzer', publicado en 1938, aparece el
personaje de Annabel, claro antecedente de Lolita, y dos hermanos con
el apellido al que hace referencia el título. En el cuento de Van
Lichberg, también aparecen dos hermanos Walzer.
Caída en desgracia
A Nabokov le encantaban los juegos y quizá estas coincidencias eran
para él una especie de bromas privadas. En el prólogo al libro que
acaba de aparecer, Rosa Montero cree que Von Lichberg trata el tema de
la atracción fatal mientras que Nabokov, más fino, «habla de la
distancia entre nuestros sueños de felicidad y la posibilidad de
conseguirlos». Sin embargo, la 'Lolita' del autor ruso también puede
leerse como una cruel disección del deseo masculino, atrapado en la
belleza de las mujeres.
La polémica ha logrado resucitar a Heinz Von Lichberg, seudónimo de
Heinz von Eschewege, nacido en Marburgo en 1890. Su 'Lolita' apareció
en el volumen de cuentos 'La maldita Gioconda: Caprichos'. Fue uno de
los periodistas que cubrió la 'marcha de las antorchas' en 1933, con la
que los nazis festejaron la victoria de Hitler y su ascenso a la
cancillería.
Al año siguiente entró en la órbita del nacionalsocialismo. Pero
publicó una reseña teatral poco amable con un autor nazi y la prensa
del Reich la tomó con él. Relegado a escribir artículos costumbristas,
ingresó en 1938 en los servicios secretos e hizo una fulgurante carrera
como espía. Al término de la guerra, se retiró en la ciudad alemana de
Lübeck. Cuando Maar lo resucitó, su nombre había desaparecido de los
diccionarios de literatura alemana.